Bibliotecas en "Las letras entornadas" de Aramburu

Había dejado de comprar libros porque no los podía leer sino muy dificultosamente con la lupa, y a los pocos minutos se le fatigaban los ojos. Según sus cálculos, poseía en torno a quince mil volúmenes. No podía afirmarlo con seguridad, puesto que nunca se había tomado la molestia de contarlos.


Dicho esto, se interesó a continuación por mi biblioteca. No era tan numerosa, le contesté, ni apenas crece, pues desde hace bastante tiempo solo adquiero libros que sé que voy a leer. Antiguamente propendía a la acumulación. Como a tantos jóvenes, la ingenuidad me hacía creer que mi cupo de días por vivir me alcanzaría para conocer a fondo todo lo que merece ser leído.


Para un hombre como yo, habituado a las mudanzas de domicilio, una biblioteca de proporciones modestas entraña ventajas. Cambié de país, he cambiado de ciudades y, en cada una de ellas, varias veces de vivienda. Celebra uno en tales ocasiones no tener que acarrear una cantidad desmesurada de volúmenes.



/gemlog/